Altísimo y Sapientísimo
Señor del mundo,
de los cielos y de la tierra,
que todo lo conoces y todo lo gobiernas
suave y fuertemente;
excelentísimo Creador de cielos y tierra,
que muestras la grandeza de tu poder
en las cosas grandes
y la perfección de tu gobierno
en las cosas pequeñas;
vigilantísimo Gobernador del universo,
sin cuya anuencia no cae ni un cabello
de nuestra cabeza,
ni una hoja de nuestros árboles;
bondadosísimo Dueño,
que vistes de espléndidas galas
a las hierbas del campo
y das de comer a las aves del cielo;
amantísimo Padre,
que para que los ricos
den su pan a los pobres,
los estimulas con tus palabras,
los amenazas con tus enemistades
y les premias sus caridades
con innumerables favores,
unas veces advertidos y otras inadvertidos:
te suplicamos que atiendas
a los ruegos que te dirigimos
por medio de tu siervo San Antonio,
para que tengas providencia de nosotros
para nuestro bien,
nos concedas todas las gracias temporales
que nos convengan y,
sobre todo ordenes nuestra vida,
conforme a toda caridad contigo
y con tus pobres, para salvación
y santificación de nuestras almas.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria.
San Antonio de Padua