Salve



Dios te salve, Reina y Madre,
madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve,
a tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a tí suspiramos,
gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros 
esos tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro,
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce
siempre Virgen María.
Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas y gracias
de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.